La hormiga Myrmecocystus mexicanus fue la primera especie descrita de México en 1838.

Debido a su carácter eminentemente depredador las hormigas son muy importantes reguladoras de las poblaciones de insectos, por lo que en los cultivos pueden llegar a ser un factor crucial en el control biológico de las plagas. Al ser depredadoras denso-dependientes pueden controlar eficientemente las poblaciones de insectos plaga, sobre todo cuando éstos se encuentran distribuídos de manera agregada. En policultivos anuales del sureste de México, S. geminata es capaz de reducir significativamente las poblaciones de insectos y en particular las plagas de la calabaza.
En México no existe ningún estudio sobre los efectos de la actividad de las colonias sobre las propiedades físicas o químicas del suelo o sus procesos. Son necesarios estudios con especies seleccionadas y para cada grupo funcional, en distintos ecosistemas y tipos de suelo, para evaluar su influencia en la dinámica del agua, la descomposición de la materia orgánica, el banco de semillas, las poblaciones de la macrofauna, etc. En los agroecosistemas, y desde el punto de vista de la fertilidad del suelo, deberán estudiarse los posibles efectos benéficos de algunas especies consideradas como plagas (Atta, Pogonomyrmex y Solenopsis) y que naturalmente son abundantes y con colonias grandes.

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